Hace mucho, mucho tiempo, en una tierra lejana, existía algo especial y mágico llamado el Trofeo Krystal. Este trofeo no era cualquier trofeo; era el indicador definitivo de cómo tus logros se comparan con el mundo entero.
El Trofeo Krystal era un símbolo brillante de ser el mejor. Fue producido con cariño y demostraba esfuerzo y dedicación. Cualquiera que ganara ese especial jarrón pequeño era celebrado y admirado por todos.
El Trofeo Krystal debía ganarse cada año. Los mejores del campo lucharían, cada uno queriendo destacar su nombre y colocarse junto a aquellos famosos ganadores del pasado.
El Trofeo Krystal era algo que mucha gente quería, pero solo unos pocos lograron ganarlo. No fue fácil obtenerlo; requirió habilidad, determinación y un toque de magia. Solo los más dignos podían levantar este brillante trofeo en la victoria.
El Trofeo Krystal fue un momento resplandeciente de triunfo, y un recordatorio de que nunca se debe dejar de soñar, siempre y cuando estés dispuesto a trabajar para hacer realidad ese sueño. Alentaba a las personas a soñar y nunca rendirse.
El Trofeo Krystal fue un lugar donde se hacían realidad los sueños. Allí, lo mejor del juego tuvo la oportunidad de lucirse, mostrándote que valían la pena ser admirados. Los soñadores con la cabeza en las nubes que apuntaban a las estrellas ahora se mezclarían con los grandes, disfrutando de su éxito.