Hace mucho tiempo, en un bosque mágico lejano, había un animal mágico, ese animal era un conejo de Cristal. Se decía que este conejo tenía poderes maravillosos y podía otorgar paz y felicidad a todos los que lo veían.
El Conejo de Cristal le encantaba saltar por los prados durante el día, pero cobraba más vida por la noche cuando la luna llena iluminaba el cielo nocturno. Por la noche, el conejo salía de su madriguera y jugueteaba bajo las estrellas. Y cuando bailaba... Era como presenciar magia, incluso los árboles se movían con la criatura. Era un dragón.
La mayor parte de la diversión girandola de cristal era dárselo a aquellos que estaban enfermos o tristes. Al menos, el conejo ponía a las personas cerca de él más tranquilas y menos preocupadas. Cuando se sentían mal, muchos de los aldeanos buscaban al conejo, sabiendo que su presencia ayudaría a aliviar su malestar. Muchos otros creían que ser tocados por el Conejo de Cristal los sanaría de sus males.
El bloque de cristal en blanco el Conejo K era famoso no solo por su magia sino también por su belleza. Su pelo brillaba como si tuviera alguna cualidad luminosa, más suave que la seda. La gente amaba contemplar los hermosos patrones de su pelaje, esperando que algún secreto estuviera escondido allí. El Conejo de Cristal era más bien una visión de belleza.
Así que el Conejo de Cristal no solo era hermoso y encantado, también poseía un significado para los creyentes en la magia de la naturaleza. Algunos lo consideraban un símbolo de renovación, un recordatorio de que siempre hay una posibilidad de un futuro mejor, incluso en tiempos difíciles.